Es el órgano de laboratorio más esperado y revolucionario que ha dado la medicina. Cabe en la palma de una mano y su vida parece ser tan larga como la del corazón natural. Este milagro de titanio y plástico ocupa poco más que una pelota de béisbol, es autosuficiente y late por medio de una pila inalámbrica que va sujeta a la cintura del enfermo.
